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NO SEAS CÓMPLICE DEL ODIO

#VocesContraElOdio

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#NoSeasCómpliceDelOdio

La homofobia, como el racismo y la misoginia representan obstáculos mayores para el pleno disfrute de los derechos humanos que toda persona ciudadana debe tener garantizados (Toro-Alfonso, 2007). De hecho algunos investigadores sobre el tema han planteado que en la sociedad occidental en donde se condena el racismo y el antisemitismo, y en donde la misoginia ha perdido legitimidad, la homofobia permanece quizás como el último prejuicio aceptado socialmente (Fone, 2003). Esto coincide con el estudio de intolerancia política en donde los participantes indicaron que el grupo más rechazado y que menos deseaban como vecinos eran las personas homosexuales (Benítez, 1995). 

Todos los seres humanos tienen derecho a la vida plena, y la diversidad en orientaciones e identidades sexuales no debe representar un obstáculo para la felicidad. Se hace inaplazable que se establezcan límites a las intervenciones policíacas y a la actitud permisiva y tolerante que permite a las mayorías agredir y marginar a los homosexuales (Toro-Alfonso, 2007). El gobierno y sus instituciones hacen un débil servicio a la comunidad cuando no reconocen la responsabilidad que les corresponde. Es importante reconocer que los homosexuales enfrentan discriminación social, cultural y a veces, legal y económica debido a su comportamiento sexual con efectos nefastos para su salud mental y el libre disfrute de la vida (Carleton, 1999; Mays & Cochran, 2001). 

En Puerto Rico se castigan los crímenes de odio. La ley #46 de 4 de marzo de 2002 establece como agravante que un delito haya sido cometido por motivo de prejuicio contra la raza, etnia/nacionalidad, sexo, género, orientación sexual o identidad de género, de la víctima. Son características inmutables de la víctima por lo que estos crímenes e incidentes de odio pueden crear un trauma mayor en la víctima y otras personas que comparten las mismas características. El odio manifestado por prejuicio no se tolera en Puerto Rico. ¡Estamos vigilantes!

Los prejuicios y estereotipos son 100% socialmente aprendidos. Por lo tanto se transmiten pero también se pueden desaprender. Los y las niñas no nacen con prejuicios. Los prejuicios son producto de nuestro entorno cultural y se transmiten a través de la escuela, la crianza y los medios de comunicación. Cada comentario que se dice, cada chiste que se cuenta y cada acción que se toma, forman parte de nuestra enseñanza de valores positivos o negativos hacia niños y niñas. Lo que hacemos las personas adultas le sirve de modelo a seguir para quienes van creciendo y aprendiendo a convivir en este mundo. No reproduzcamos un mal ejemplo discriminando y excluyendo a personas simplemente por ser como son. Todas las personas son dignas y deben ser respetadas independientemente de su sexo, género, color de piel, lugar de nacimiento, religión, orientación sexual o identidad de género.

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